Sin leer ni escribir: más de 1.9 millones de guatemaltecos son como extranjeros en su propia tierra

Sin leer ni escribir: más de 1.9 millones de guatemaltecos son como extranjeros en su propia tierra

Para uno de cada 10 guatemaltecos mayores de 15 años las letras y los números son trazos sin ningún sentido. En su mundo se vive sin saber dibujar las letras de su nombre; es caminar por las calles como por inercia, pues la numeración y los símbolos de las avenidas les son ajenos, deben confiar en alguien más para llegar adonde se dirigen. No saber leer ni escribir es vivir con esa sensación constante de ser un extranjero en su propia tierra. 

De acuerdo con el Comité Nacional de Alfabetización (Conalfa), una persona de 15 años y más que no tiene las competencias y aprendizajes de lectoescritura y cálculo matemático elemental es considerada analfabeta, y por su edad, no tiene la opción de ingresar en el sistema educativo formal.

Y no es que estas personas se nieguen a ser alfabetizadas, sino que las condiciones de pobreza y pobreza extrema, de exclusión social, falta de servicios básicos y   escasa presencia del Estado en sus comunidades hace la tarea difícil.  

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Una realidad

En Alta Verapaz, por ejemplo, 265 mil 53 personas no aprendieron a leer ni a escribir en la edad escolar estipulada, y seis de cada 10 son mujeres. Lo mismo ocurre en Huehuetenango, donde la cifra es de 227 mil 44, y en Quiché, de 213 mil 38.

Estos tres departamentos tienen la incidencia más alta de pobreza en el país, según reporte del Instituto Nacional de Estadística (INE). En Alta Verapaz es del 90.3%, Quiché registra el 86.4% y Huehuetenango, el 81.2%.

“Tienen interés de aprender, pero su situación económica les limita asistir a los grupos para ser alfabetizados porque su prioridad es trabajar en sus siembras, es migrar para obtener ingresos para alimentar a la familia”, comenta Juan Carlos Callejas Celis, coordinador de la Unidad de Seguimiento y Evaluación de Conalfa.

Guatemala es un país de contrastes. En Alta Verapaz, los niveles de pobreza son elevados, las personas migran al corte de café o de caña de azúcar, hay menos cobertura de  servicios de educación y de salud, el acceso a la energía eléctrica es limitado y las comunidades son más vulnerables a desastres y fenómenos naturales. En Jutiapa son otros los obstáculos, como el machismo, la inseguridad y la violencia que aquejan al departamento.

Esta disparidad, según Callejas Celis, es un freno para que las personas sean alcanzadas por la alfabetización, pues priorizan otras necesidades y dejan de lado dedicar dos horas diarias para acudir a un grupo y aprender a leer y a escribir.

“Tienen interés de aprender, pero su situación económica les limita asistir a los grupos para ser alfabetizados porque su prioridad es trabajar en sus siembras, es migrar para obtener ingresos para alimentar a la familia”.
Juan Carlos Callejas Celis, coordinador de la Unidad de Seguimiento y Evaluación de Conalfa

En la actualidad, un millón 907 mil 401 guatemaltecos no saben leer ni escribir. En el 2024, la meta de Conalfa era  cubrir a 150 mil personas y se llegó al 67%. Este año se vuelve a plantear el mismo objetivo y para alcanzarlo se proyecta la participación de 12 mil 500 alfabetizadores. Después de una capacitación, comienza el proceso, en marzo.

Paso a paso

María del Carmen Cuque Herrarte, del Programa de Postalfabetización, indica que la institución trata de acoplarse a las necesidades de los participantes. Por ejemplo, juntos buscan el mejor horario para que las personas puedan acudir a los grupos de alfabetización, así como que el lugar de las reuniones sea accesible a todos.

Lograr que las personas de la tercera edad sean parte del proceso de alfabetización es un reto, pues prácticamente han pasado toda su vida sin saber el significado de las letras y de los números. (Foto Prensa Libre: Cortesía Conalfa)

No siempre se tienen las mejores condiciones para el aprendizaje. A veces hay mesas y sillas para trabajar; otras, se usan tablas sobre block como asientos, pero lo que importa es la determinación de las personas por aprender. Para unos grupos resulta mejor estudiar a la luz del día, pues los cortes de energía eléctrica y la inseguridad en las calles dificultan las reuniones por la noche. Por su parte, las mujeres prefieren recibir clases antes de que el esposo llegue a casa, pues deben prepararle la cena.

En una primera etapa, Conalfa trabaja en cubrir a esta población, para que aprenda a leer y a escribir y que obtenga  los conocimientos básicos en el área numérica. Este proceso inicial dura ocho meses, pero la intención es que avancen hasta lograr las competencias de la educación primaria, lo cual se consigue en dos años más —cada período es de ocho meses—. Este es el proceso de la postalfabetización.

Callejas Celis explica que la alfabetización no solo es lectura, escritura y habilidades numéricas básicas, pues se busca que las personas tengan un conocimiento adicional que puedan aplicar en su quehacer diario. “Los adultos no son como los niños, que van a una escuela y están sentados y aprenden en un año. El adulto necesita algo más, porque tienen experiencias de vida que deben ser valoradas. El punto central es la lectoescritura y cálculo matemático elemental, competencias que pueden utilizar para mejorar su proceso agrícola, por ejemplo”, dice.

No se trata de una escuela nocturna en la cual los adultos que trabajan tienen la oportunidad de estudiar. Una de las diferencias es que estos establecimientos son contados en el país, y funcionan principalmente en las áreas urbanas, mientras que los espacios que habilita Conalfa se encuentran en las comunidades rurales y, con frecuencia, en las más alejadas, según Callejas Celis.

El programa de Conalfa es distinto a asistir a una escuela nocturna, acá los lugares de reunión son los hogares de cualquiera de los vecinos de la comunidad. (Foto Prensa Libre: Cortesía Conalfa)

En las escuelas nocturnas, quienes imparten clases son, en su totalidad, maestros graduados. En el caso de los alfabetizadores, el 30% son maestros, un 40%  están graduados del diversificado con formación en educación de adultos, un 20% tiene el título de secundaria o no ha culminado tercero básico. El 10%  restante cursó  sexto primaria y tiene la vocación de enseñar a otros a leer y a escribir.

Las escuelas nocturnas son parte del sistema formal de educación, mientras que Conalfa es parte del sistema no formal.

Postalfabetización

En esta fase se trabajan proyectos productivos y educativos orientados al ambiente, a reducción de riesgos y desastres, a aspectos de género y derechos humanos, por ejemplo; la intención es que las personas amplíen sus conocimientos.

Lo ideal es que quienes están en etapa inicial sigan, para obtener una educación básica integral. Pero solo seis de 10  que iniciaron el proceso de alfabetización continúan a la siguiente etapa —postalfabetización I, que equivale al segundo y tercer grados de primaria—. El grupo se reduce a cuatro, de 10, en la siguiente fase —postalfabetización 2, que se equipara con el cuarto, quinto y sexto grados de primaria—.

Leticia Elisabeth Tohóm Zapeta, encargada del Programa Bilingüe de Conalfa, menciona que el mayor reto para los alfabetizadores es retener a los participantes.

Conalfa enseña a leer y a escribir en 18 idiomas mayas, y el garífuna, y el contenidos de las lecciones se contextualiza a cada comunidad. (Foto Prensa Libre: Cortesía Conalfa)

Motivación

El aprendizaje comienza de cero. Cómo tomar un lápiz para hacer los trazos, conocer las formas y sonidos de las vocales, de las consonantes, formar palabras y luego oraciones. En ese proceso la desesperación y la frustración pueden aflorar y empujar al abandono.

Para lograr  retener a los participantes, los alfabetizadores deben buscar la manera de motivarlos. No solo se requiere conocimiento andragógico, sino también habilidades para captar su interés en cada clase. El objetivo es que quienes iniciaron el proceso reciban el certificado al final de las distintas etapas, un esfuerzo que los entrevistados consideran  “poco valorado por la sociedad”.

Los alfabetizadores reciben un estipendio mensual por cada participante. Este año aumentó a Q175 por persona atendida. Pese a ello, hay comunidades en las cuales es un reto mayúsculo  encontrar gente que enseñe a leer y a escribir. Según Tohom Zapeta, con tal de retener a los participantes, muchos alfabetizadores   hacen visitas domiciliarias para  que continúen  el proceso de aprendizaje. Cuando no existe interés por parte del alfabetizando, se le da de baja en la base de datos de Conalfa.

Además de la alfabetización se busca que haya un competente adicional para retener a los participantes en el programa. Puede ser que el Ministerio de Desarrollo, el  de Agricultura o una oenegé los capacita sobre alguna actividad productiva, como huertos familiares o crianza de gallinas, pero el interés principal es que aprendan a leer y a escribir o que finalicen la fase primaria.

Para los adultos aprender a escribir su nombre es satisfactorio y un logro. (Foto Prensa Libre: Cortesía Conalfa)

Retos en el camino

“Es un reto poder responder a las necesidades de la población. Cada municipio es diferente y los materiales educativos se han contextualizado según las necesidades e intereses de la población adulta”, refiere Tohom Zapeta.

Agrega que los adultos, cuando están aprendiendo, lo primero que quieren es escribir su nombre, su edad, y hay que responder a esas necesidades e intereses de inmediato. Otro desafío institucional es tener presencia en los lugares más recónditos del país. En aquellos donde ni siquiera hay escuela, energía eléctrica, transporte, servicios básicos, allí llega Conalfa

Sin bien no hay edad para aprender, enrolar a las personas de la tercera edad que han pasado toda su vida sin saber leer ni escribir es más difícil, mientras que los jóvenes son los más interesados en comenzar ese proceso, y su mayor aliciente es conseguir un trabajo.  “El grueso de población ha bajado porque ya el 90% está alfabetizada. Por eso, el grupo mayoritario es de 30 a 45 años. Mayores de 60 años hay, pero las cantidades se van reduciendo poco a poco”, dice Callejas Celis.

“No estamos negando a la población a leer y escribir en español; todo lo contrario, primero en el idioma y luego la transferencia al español. Lo primero que hacemos es iniciar con actividades del castellano oral. Significa introducir pequeñas frases, oraciones, conversaciones en español”.
Leticia Elisabeth Tohóm Zapeta, encargada del Programa Bilingüe de Conalfa

Estrategia: En su propio idioma

 El proceso de alfabetización en Alta Verapaz es 95% bilingüe, y la población aprende primero en su idioma materno —q’eqchi’— y luego en español.

Conalfa alfabetiza en 18 idiomas mayas, además de garífuna. Los materiales están adaptados a cada contexto. “El objetivo de alfabetizar en distintos idiomas es generar en los participantes aprendizajes significativos porque no podemos enseñarles a leer y a escribir en un idioma desconocido. Tenemos que iniciar el proceso en la lengua materna”, indica la encargada del Programa Bilingüe.

Luego, en el transcurso de los ocho meses, se hace la transferencia de habilidades, que consiste en trasladar todo lo aprendido en el idioma materno al español.

“No estamos negando a la población a leer y escribir en español; todo lo contrario, primero en el idioma y luego la transferencia al español. Lo primero que hacemos es iniciar con actividades del castellano oral. Significa introducir pequeñas frases, oraciones, conversaciones en español”, refiere Tohom Zapeta.

Cuando las personas son alfabetizadas, la vida les cambia. Plasmar su firma en un documento es vencer el miedo al qué dirán, es la oportunidad de conseguir un trabajo, en el caso de los hombres. Las mujeres pueden ayudar a sus hijos con las tareas de la escuela o leer la receta que les extienden en el centro de salud. Se fortalece el liderazgo comunal porque se les abren  puertas para formar parte de juntas directivas en su comunidad, como lo han mostrado los representantes de Conalfa.

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