Carpas de seguridad: por qué esta “vieja estrategia” entre PNC y Ejército no puede ser permanente y según expertos cómo se mide su efectividad

Carpas de seguridad: por qué esta “vieja estrategia” entre PNC y Ejército no puede ser permanente y según expertos cómo se mide su efectividad

Las autoridades de los ministerios de Gobernación y Defensa decidieron instalar seis campamentos combinados con agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y soldados del Ejército, lo que según expertos no una medida nueva, puede no ser tan efectiva y tendría que ser temporal.

El despliegue militar puede ser efectivo para disuadir ciertos delitos, pero si se extiende mucho tiempo o no se mide su impacto, puede no dejar resultados para reducir la criminalidad, explicaron dos analistas.

Esto se debe esencialmente a la diferencia de funciones que no son propias del Ejército, como la seguridad ciudadana en este caso.

Los campamentos se implementaron en la ciudad de Guatemala y municipios aledaños: la Avenida Bolívar, colonia Paraíso II, zona 18, las colonias El Búcaro y Mezquital, Villa Nueva, ruta a El Salvador, Amatitlán, y otros puntos.

Sandino Asturias, del Foro de Organizaciones Sociales especializadas en temas de Seguridad (FOSS), explicó que es una “vieja estrategia” que recordó fue muy reiterada en el gobierno de Otto Pérez Molina, cuando la autonombró de “mano dura”, y el entonces presidente impuso una mayor presencia de las fuerzas de seguridad en el terreno.

Pero, ¿fue efectiva? ¿podría funcionar en la actualidad?

Para Asturias, un punto importante es que desde los Acuerdos de Paz en 1996 se estableció que solo en determinadas circunstancias, cuando las fuerzas civiles de seguridad se vieran desbordadas, entonces el Ejército actuaría en cooperación.

Ante esa necesidad, estas fuerzas combinadas tendrían que ser retiradas inmediatamente una vez que la “amenaza” sea controlada y tendría que ser en el plazo de un mes, aunque es un tiempo variable, pero en él considera es un tiempo en el que ya deberían reflejarse los primeros resultados.

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“La cantidad de fuerzas policiales de ahora son casi el doble de cuando en gobiernos anteriores hubo despliegues”, dijo en esa línea.

Por tanto, debería establecerse una temporalidad para las actuaciones de los campamentos y los patrullajes combinados.

Según Asturias, tiene que ver con la naturaleza que tiene cada una de las fuerzas, y en el caso de la Policía, su especialidad debe ser la seguridad civil, que debe irse especializando en investigación y estrategia sin llegar a necesitar una intervención de una fuerza como la del Ejército.

“Es decir, cuando empezamos a mezclar fuerzas civiles de seguridad, Policía Nacional Civil con Ejército, rompemos el principio de la especialización y la complementariedad”, explicó.

Según Asturias, el Ejército está diseñado y preparado para defender el territorio y, de hecho, se espera la conformación de una Fuerza de Tarea que proteja 300 kilómetros de frontera, como se comprometió el Gobierno de Guatemala con el de Estados Unidos recientemente con la visita del Secretario de Estado, Marco Rubio.

Simplemente “son funciones distintas”, precisó Asturias.

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“El Ejército no puede hacer investigación criminal, no puede participar en investigaciones, ni tiene todas las funciones que sí tiene la Policía Nacional Civil para el control de la seguridad ciudadana y para combatir la criminalidad”, amplió.

Conceptualmente, es un primer problema que tiene la medida.

A su punto de vista, dejar fuerzas combinadas para hacer presencia no ha sido la mejor función para defender a la ciudadanía y para la investigación criminal.

“Son viejas, no han funcionado, se han realizado en gobiernos anteriores y no hay resultados significativos”, puntualizó.

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Asimismo, para Francisco Quezada, investigador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), los patrullajes combinados y la ocupación de áreas generan un impacto inmediato en la seguridad, ya que “el delincuente se siente vigilado”.

En consecuencia, “las incidencias van a bajar porque nadie va a desafiar a la autoridad teniéndola tan cercana”. No obstante, coincide con Asturias en que se trata de medidas de corto plazo, ya que “si el tema dura más, el delincuente deja de delinquir o migra a otros lados”.

La presencia del Ejército y la Policía tiene efectos diferenciados. Mientras que “la ciudadanía está más acostumbrada a ver a la policía y no intimida tanto”, la presencia del Ejército es más impactante, pues “tiene fama y prestigio por estar más entrenado”, dijo.

Sin embargo, si la ocupación del área no va acompañada de una intervención estatal integral, que incluya sociabilización, intervención en escuelas que se han visto vulnerables ante el fenómeno de las pandillas, “el tema del barrio no cambia”.

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Para que la estrategia tenga un efecto más duradero en la reducción de delitos como las extorsiones y la actividad de pandillas, es necesario que “se empiece a ordenar el barrio, visitar establecimientos educativos y revisar por qué hay estudiantes que no están en la escuela”.

Además, se deben abordar “focos de delincuencia, como por ejemplo bares”, agregó Quezada. Sin estas medidas, “el impacto persuasivo del principio se va desvaneciendo” y, debido a los altos costos de operación, la sostenibilidad del despliegue se vuelve un reto.

La efectividad de estos operativos debe medirse mediante una línea base de “estadística delictiva del lugar” para determinar si realmente se justifica la ocupación añadió.

Sin un estudio adecuado, según Quezada, “puede que estén yéndose a lugares que solo tienen mal prestigio, pero no están evaluados”.

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Por ello, la evaluación debe realizarse mensualmente, similar a un estado de excepción, ya que “no hay un tiempo exacto” y se requiere un seguimiento constante de al menos 30 días para analizar “conductas sospechosas, focos delincuenciales y lugares de vicio”.

La verdadera forma de combatir la criminalidad es persiguiendo las estructuras, no solamente teniendo un despliegue territorial, afirmaron ambos.

Puntos claves, según el análisis:

Objetivo de prevención por presencia: La presencia policial es suficiente para prevenir delitos y mantener el orden público en áreas específicas.

Despliegue militar en la frontera: El Ejército debe enfocarse en proteger la frontera del narcotráfico, el tráfico de armas y otros delitos transnacionales, cumpliendo con el compromiso asumido por el gobierno.

Función especializada de las instituciones: Es fundamental entender que el Ejército y la Policía tienen funciones diferentes y especializadas. El Ejército debe enfocarse en la protección de la soberanía del territorio nacional, mientras que la Policía se enfoca en la seguridad ciudadana.

Fortalecimiento de la función policial: La Policía debe ser fortalecida para que pueda cumplir con su función de mantener el orden público y proteger a los ciudadanos.

Especialización del Ejército en cuidar fronteras: El Ejército debe especializarse en cuidar las fronteras y proteger el territorio nacional de amenazas externas.

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