“El agua es un asunto de seguridad nacional”: Mariano González Sáez

“El agua es un asunto de seguridad nacional”: Mariano González Sáez

Mariano González Sáez participó el miércoles 9 de abril en el Foro del Agua: Alianzas para un Futuro Sostenible, organizado por la Cámara de Industria Guatemalteco-Mexicana (Camex), donde compartió la experiencia de éxito del Canal de Isabel II, una empresa pública de España que gestiona el ciclo integral del agua en la comunidad de Madrid.

Durante su visita a Guatemala, conversó con Prensa Libre sobre la importancia del recurso hídrico y los retos que enfrenta el país para lograr una gestión sostenible e involucrar a todos los sectores.

¿Cómo replicar en Guatemala la gestión del agua que se ha logrado en el Canal de Isabel II, en Madrid, España?

Los problemas del agua son pretéritos desde la historia de la humanidad. Las primeras civilizaciones se asentaban en los márgenes de los recursos de agua, porque el agua es vida, es salud, es bienestar, es crecimiento económico. También puede ser fuente de conflictos y de catástrofes, de crisis económicas, y es el recurso más impactado por el cambio climático.

Por lo tanto, le debemos prestar la atención que merece y situarlo en el debate político al nivel que corresponde, pero no sólo para debatir y hablar, sino para actuar.

LECTURAS RELACIONADAS
Manejo de desechos: el MARN busca enmienda para que la separación en orgánicos e inorgánicos sea temporal

Cuatro factores impulsaron el crecimiento récord del consumo y de la demanda de energía en el 2024

No es fácil trasladar la experiencia del Canal de Isabel II aquí; es bueno que se conozca, pero la realidad del canal, de la gestión del agua en Madrid, es producto de 174 años de historia. La gestión del agua no se hace de un día para otro: requiere de rigor científico-técnico, liderazgo político, búsqueda de consenso y el compromiso de todos.

¿Cómo promover políticas públicas para la adecuada gestión del agua?
Eso exige voluntad política, liderazgo, una buena planificación, conocer con qué recurso contamos y los usos prioritarios, hacer proyecciones climáticas para las incertidumbres futuras y tener un marco jurídico adecuado, aunque una ley por sí sola no solucionará los problemas del agua.

Esa ley tiene que estar basada en una adecuada planificación, con conocimiento técnico, y tener una hoja de ruta trazada con inversiones: hacer infraestructura que evite la contaminación en los ríos, de depuración, de abastecimiento a la población, de garantía de suministro; y lo mismo el agua que sale de las industrias y de los domicilios: hay que tratarla para que llegue en las mejores condiciones a las masas de agua, para no contaminarlas.

¿En esa gestión tiene que haber una inversión público-privada?
En el modelo que tenemos en Canal de Isabel II para la prestación del ciclo urbano del agua, almacenamos el agua en embalses, la conducimos, la potabilizamos, la llevamos a las casas, a las industrias; luego canalizamos las aguas sucias a unas depuradoras, ahí la tratamos y termina en los ríos.

Eso requiere muchas inversiones que van en beneficio de todos, que garantizan la seguridad y calidad del recurso.

En el caso de España, por estar en el ámbito de la Unión Europea, el nivel de exigencia normativo es elevadísimo. Eso también nos hace ser ambiciosos en las inversiones, porque queremos estar a la vanguardia.

Aquí -en Guatemala- habría que hacer inversiones. Al tener una ley, hay que ordenar el recurso, pero ¿tiene capacidad el Gobierno, las municipalidades, para hacer esas inversiones y mantenerlas? La colaboración público-privada me parece esencial.

Una ley de aguas, con el escenario que tienen ustedes en Guatemala, exigiría concertar con el sector industrial y privado. Aquí hay un sector industrial potente, que contribuye al Producto Interno Bruto del país, que no puede quedar ajeno a una regulación de aguas. No puedes cortarles el grifo; habrá que ordenarlo, y eso solo se puede conseguir desde la colaboración y el entendimiento de todas las partes.

Mariano González Sáez, consejero delegado de Canal de Isabel II S.A., visita Guatemala para participar en el Foro del Agua: Alianzas para un Futuro Sostenible. (Foto Prensa Libre: Ana Lucía Ola)

¿En Guatemala cuáles serían los principales retos para preservar el medioambiente?
Más allá de las singularidades territoriales, físicas o geográficas, los problemas ambientales no difieren tanto entre países.

En el fondo, los problemas son la contaminación de las masas de agua, el deterioro de los espacios naturales protegidos, una mala calidad del recurso agua, los efectos del cambio climático, que son principios globales pero que impactan localmente de forma distinta.

En el caso de Guatemala, a diferencia de lo que pasa en España, tiene recurso de agua. Tiene ríos con volúmenes de caudal que nos gustaría tener en Madrid, pues el río más característico de la ciudad tiene un caudal medio de tres metros cúbicos por segundo; ustedes tienen ríos que deben estar en tres mil, cuatro mil metros cúbicos por segundo. Por lo tanto, está la ventaja de tener el recurso. El desafío es cómo ordenarlo y gestionarlo adecuadamente.

Es vital, pero no le prestamos la importancia que tiene al recurso de agua. Es un asunto de seguridad nacional, de eficiencia, de garantías de futuro para nuevas generaciones.

Obviamente, los retos ambientales son preservar ese patrimonio natural, ecosistémico, que también tiene un valor económico. El capital natural bien gestionado es importante.

¿Qué importancia adquiere involucrar a las comunidades en la gestión de los recursos naturales?
Es importante, pues seguramente han contribuido a mantenerlos y, por lo tanto, deben ser oídos; lo que no significa hacer lo que la gente o los colectivos determinen, pero la participación siempre es buena, contribuye a aproximar posiciones. Las municipalidades y comunidades indígenas que están en espacios protegidos tienen que tener voz y deben incorporar su opinión al proceso participativo de una mejor gestión que contribuya al interés general.

Pero, ¿el interés general quién lo determina? Lo debería determinar el gobierno que esté en cada caso, pero no desde la imposición, sino desde el rigor de la participación, del conocimiento científico-técnico e involucramiento de sectores de actividad económica que permiten que haya puestos de trabajo y riqueza en el país.

¿Cómo lograr la sostenibilidad en tema del agua y del medioambiente?
Lleva tiempo. Hay que dotarse de instrumentos jurídicos y económicos adecuados. Hay que valorar el elemento ambiental, el recurso agua y la energía como elementos esenciales del modelo de desarrollo de un país, pero no desde dogmatismos fundamentalistas, que a veces se plantean con argumentos ultraecologistas que paran la economía. Eso tampoco puede ser.

Hay que tener mucha habilidad e inteligencia para manejar la situación en aras de un progreso que debe ser común, pero que requiere tiempo y determinación, como la analogía de la gota de agua, que es persistente y constante, pero es suave.

En ese paso a la sostenibilidad, ¿hacia dónde debemos ir?
La sostenibilidad solo se modula desde la perspectiva ambiental, y esto es importante para la futura ley de aguas u otras iniciativas ambientales que se planteen en Guatemala. La sostenibilidad tiene tres patas: la social, la ambiental y la económica, y hay que buscar el equilibrio entre las tres.

Los gobiernos gobiernan para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y, más allá del discurso teórico, exige acciones concretas y determinación.

Si la industria contribuye a crear puestos de trabajo, a mejorar la economía y el posicionamiento de Guatemala en el contexto de Centroamérica o mundial, pues bienvenido sea.

Guatemala es un país maravilloso desde el punto de vista turístico. Hay un potencial en la industria turística impresionante, pero tiene que estar ordenado; no puede ser un turismo descontrolado, para que la fragilidad de los espacios naturales no se vea comprometida y pueda ser una fuente importante de ingresos y de mejora de las comunidades locales que pueden vivir del turismo.

Ahí el agua juega un papel importante, porque, como turista, me gustaría venir a un hotel que tenga agua, o ir al lago Atitlán y que las aguas estén en un estado razonable. Eso solo se consigue desde el convencimiento de la importancia del recurso y con la colaboración de todos.

Cada sector industrial tendrá sus singularidades y requiere ser oído, igual que las comunidades indígenas o los alcaldes de los municipios, y, entre todos, buscar ese modelo que permita avanzar.

En Guatemala aún no tenemos una ley de aguas.
Guatemala es de los pocos países que no tiene una ley de aguas. Pero insisto: solo una ley no va a solucionar los problemas. Si la ley es mala, lo que se conseguirá es empeorar la situación.

¿Cuán urgente es el tratamiento de aguas residuales, tema que tampoco ha tenido avances en el país?
Es fundamental. El agua tiene dos caras. Una: la parte del abastecimiento para consumo, ya sea en los domicilios o las actividades industriales o comerciales.

Y luego, toda el agua que entra en una industria, en una casa, sale, se conduce y termina en un río. Debería de ser un río depurado, con estándares mínimos de calidad, no un vertido descontrolado, porque, a pesar de tener ríos con caudal suficiente que ayudan a la dilución de esa contaminación, el deterioro del medioambiente tiene que ver con el no tratamiento de las aguas residuales o la no gestión de los residuos urbanos sólidos. Ambas tienen que ir de la mano, con una adecuada planificación y un marco normativo adecuado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *