Sin regulación, la IA aprende de redes sociales con datos que los usuarios entregan sin saberlo

Sin regulación, la IA aprende de redes sociales con datos que los usuarios entregan sin saberlo

¿Alguna vez se ha preguntado por qué TikTok resulta tan adictivo o por qué Facebook sugiere justo aquello que apenas fue mencionado en una conversación? La respuesta está en los algoritmos de inteligencia artificial, capaces de analizar gustos, hábitos y patrones de conducta para personalizar el contenido que reciben los usuarios. Esta tecnología, integrada de forma discreta en las plataformas digitales, recopila información incluso de aquello que aparentemente se ha eliminado.

Fotografías, ubicaciones frecuentes, números telefónicos e incluso datos sensibles compartidos en redes sociales son parte del cúmulo de información que estas plataformas almacenan.

Al aceptar los términos y condiciones, los usuarios otorgan permiso para que su contenido sea utilizado, por lo que, aunque se elimine, no desaparece del todo. La inteligencia artificial puede acceder a estos datos y, en determinados casos, exponerlos a terceros.

En un contexto donde aún no existen normativas claras en Guatemala ni en otros países de Latinoamérica que regulen el uso de esta tecnología, expertos advierten que la privacidad de los usuarios está en riesgo. La información personal podría ser utilizada sin restricciones y sin el conocimiento de quienes la generaron.

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IA se alimenta de las interacciones del usuario

La inteligencia artificial ha optimizado las funciones de las redes sociales, por lo que se ha convertido en un espacio de codificación y almacenamiento de información de los usuarios. Según Mario Micucci, investigador en seguridad para ESET Latinoamérica, estas plataformas utilizan IA para automatizar contenidos y ofrecer una experiencia personalizada.

“Cada vez que navegamos, el algoritmo aprende sobre nuestros intereses”, explica. “Por eso, en el feed aparece contenido similar al que ya consumimos, porque, sin darnos cuenta, enseñamos a la IA lo que queremos ver”, agregó.

Este tipo de aprendizaje automático permite que plataformas como TikTok adapten en tiempo real los contenidos a las preferencias del usuario, mientras que Instagram da prioridad a contenidos comerciales impulsados por marcas y tendencias.

Ali Lemus, director de Investigación de Turing Lab y docente de la Universidad Galileo, añade que la inteligencia artificial ya está integrada desde la programación de las plataformas digitales.

Como ejemplo, Lemus menciona el caso de Netflix que, gracias al análisis de datos que la IA realiza en su plataforma y en redes sociales, puede identificar los gustos de su audiencia y crear producciones ajustadas a esa demanda.

Este aprendizaje está asociado a mensajes como “Estoy pensando en comprar un Ferrari” y enseguida aparecen anuncios relacionados con ese producto en redes como Facebook o Instagram, ya que la inteligencia artificial puede detectar estas necesidades.

Los expertos enfatizan que este aprendizaje y alimentación de información puede ser contraproducente, ya que vulnera la privacidad de los usuarios. Al tener información sobre sus gustos, ubicación y datos sensibles, la IA podría proporcionar esta información a terceros.

¿Existe seguridad en redes sociales con la inclusión de la inteligencia artificial?

La incorporación de inteligencia artificial en redes sociales plantea una paradoja: mientras esta tecnología permite optimizar contenidos y personalizar la experiencia del usuario, también facilita la recolección masiva de datos personales, lo que incrementa el riesgo de vulneraciones a la privacidad y la seguridad digital.

Aunque se suele pensar que la privacidad en redes depende únicamente de las restricciones que el usuario impone a su perfil, expertos advierten que esta percepción es incompleta. La inteligencia artificial puede registrar información más allá de lo visible, procesando datos aparentemente inofensivos que luego podrían ser utilizados por terceros, incluidos ciberdelincuentes.

Ali Lemus, señala que muchas plataformas tecnológicas afirman no usar ciertos datos para entrenar sus modelos; sin embargo, en la práctica no existen normativas claras en Guatemala ni en gran parte de Latinoamérica que regulen el uso de esta tecnología. Lo que se comparte en redes muchas veces se vuelve propiedad de las plataformas, y eso incluye incluso datos sensibles, advierte.

Al tener información sobre sus gustos, ubicación y datos sensibles, la IA podría proporcionar esta información a terceros. (Foto: Prensa Libre: Shutterstock)

Una vez recopilada, esta información puede quedar en manos tanto de las empresas dueñas de las plataformas como de actores malintencionados. La falta de transparencia sobre el tratamiento de estos datos abre la puerta a usos indebidos o filtraciones.

Mario Micucci, afirma que la seguridad en redes sociales es superficial. Recomienda no compartir datos sensibles ni información que el usuario no desee ver expuesta públicamente, ya que todo lo publicado podría ser almacenado o filtrado por sistemas automatizados.

Ante la ausencia de una regulación robusta, la seguridad en redes sociales continúa dependiendo, en gran medida, del criterio y la responsabilidad de cada usuario, concluye Lemus.

Datos de usuarios pertenecen a empresas

Expertos en inteligencia artificial (IA) advierten que cada fotografía, comentario o ubicación compartida en redes sociales pasa a formar parte de la base de datos de las empresas propietarias de estas plataformas. Esta cesión de derechos está contemplada en los términos y condiciones que la mayoría de usuarios acepta sin leer, lo que permite a las compañías almacenar, procesar e incluso reutilizar esa información.

Todo lo que el usuario publica en redes se vuelve propiedad de las empresas, afirma Micucci. Según explica, con la integración de inteligencia artificial, estos datos pueden ser utilizados para ofrecer contenidos y publicidad personalizados, dirigidos a cada perfil de usuario.

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Lemus destaca que las plataformas no solo recolectan lo que se publica abiertamente, sino también información del dispositivo, ubicación geográfica y hábitos de navegación. La IA analiza esta información para generar perfiles detallados de cada persona, lo que puede derivar en campañas de publicidad dirigidas o incluso en manipulación informativa, advierte.

En consecuencia, una vez que los datos son compartidos, el usuario pierde el control sobre ellos. Su tratamiento y destino quedan en manos de las plataformas y de los algoritmos que operan sobre estas, con un nivel mínimo de transparencia.

Inteligencia artificial puede exponer información sensible

Expertos en ciberseguridad coinciden en que sí. Aunque la inteligencia artificial (IA) está diseñada para facilitar tareas, generar contenido y ofrecer respuestas, su uso también puede representar un riesgo si no se maneja con precaución. La IA puede llegar a exponer información sensible, especialmente cuando ha sido entrenada con datos públicos o cuando los propios usuarios proporcionan datos personales sin conocer cómo serán almacenados o reutilizados.

Mario Micucci explica que esta información puede utilizarse no solo para personalizar contenido, sino también para inferir datos más delicados, como ubicación, rutinas o preferencias privadas.

Lemus advierte que muchas personas comparten información confidencial con herramientas de IA creyendo estar en un entorno seguro. Sin una regulación clara ni transparencia sobre cómo se almacenan o procesan los datos, existe el riesgo de que esa información sea reutilizada o incluso filtrada, señala.

Además, técnicas como el prompt injection —una vulnerabilidad informática— pueden inducir a los modelos de IA a revelar información que debía permanecer confidencial. Si no se desactiva el historial de conversaciones o no se protegen adecuadamente las cuentas, los riesgos aumentan considerablemente.

Por ello, los especialistas subrayan la necesidad de un uso consciente, con configuraciones de privacidad activadas y el respaldo de una legislación que regule el tratamiento de datos en entornos digitales.

Sin leyes, solo propuestas sin efectividad

En la mayoría de países de Latinoamérica, las leyes que regulan el uso de la inteligencia artificial (IA) son aún incipientes o inexistentes, señalan expertos. En el caso de Guatemala, tanto Ali Lemus como Mario Mikuchi detallan que no existe un reglamento que establezca garantías sobre la seguridad de los datos de los usuarios.

Mikuchi resalta que, en Guatemala, existen iniciativas como las leyes 6103 y 5921, que buscan establecer protocolos para que empresas y entidades gubernamentales protejan los datos personales de los ciudadanos. Sin embargo, aún no hay una legislación vigente que regule el uso de la inteligencia artificial de forma integral.

Por su parte, Lemus subraya que “en muchas ocasiones, los avances tecnológicos llegan primero y la regulación llega después, cuando ya se ha evidenciado el riesgo o el daño”. Mientras tanto, la recopilación y el uso de datos por parte de sistemas de IA continúan sin mayores restricciones legales en la región.

Consejos para protegerse

Frente a la posibilidad de que la inteligencia artificial acceda y reproduzca información personal publicada en internet, la conciencia digital se convierte en la principal herramienta de defensa. Expertos en ciberseguridad recomiendan adoptar una serie de medidas preventivas para reducir la exposición de datos sensibles:

Revisar las configuraciones de privacidad

Evitar publicar información sensible.

Monitorear la huella digital

Solicitar la eliminación de contenido

Acudir a organismos de protección digital

Aplicar estas acciones permite minimizar el riesgo de exposición y fortalecer la protección de la identidad digital en un entorno cada vez más automatizado.

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