Por: Carlos Ajpop
En medio de un clima político polarizado, tres de los siete diputados del Distrito de Quetzaltenango se han colocado en el centro de la controversia tras votar a favor del aumento de sus salarios. Miguel Ovalle (UNE), Gerardin Díaz (VALOR) y Byron Rodríguez (TODOS) dieron su aval para que el salario de los legisladores pase de Q29,150 a Q46,700 mensuales, un incremento de más del 60%. Este ajuste, equiparable al sueldo de un magistrado de apelaciones, forma parte del Acuerdo 31-2024, que también eleva el presupuesto del Congreso a Q1,464.6 millones para el próximo año.
¿Representación o privilegio?
Miguel Ovalle, quien ganó un escaño por el partido UNE con un discurso de renovación y cercanía con las comunidades rurales, justificó su voto señalando que los diputados deben contar con “remuneraciones dignas” para desempeñar adecuadamente sus funciones. Sin embargo, su decisión ha generado críticas entre quienes ven una desconexión entre su discurso de campaña y sus acciones en el Congreso.
Gerardin Díaz, respaldado por el partido VALOR, defendió el aumento argumentando que “la labor legislativa exige un alto grado de compromiso y sacrificio”, aunque evitó responder preguntas sobre cómo el incremento beneficiará directamente a los ciudadanos de Quetzaltenango. Díaz enfrenta cuestionamientos sobre su vínculo con sectores empresariales que lo apoyaron durante la campaña.
Por su parte, Byron Rodríguez de TODOS, conocido por su pragmatismo político, ha guardado silencio ante los señalamientos. Rodríguez se presentó como defensor de las necesidades urbanas de Quetzaltenango, pero su voto ha generado dudas sobre sus prioridades.
Un presupuesto en el ojo del huracán
El aumento salarial no es un hecho aislado; está enmarcado en un presupuesto que prioriza los gastos operativos del Congreso. Si bien incluye arrendamientos, reparaciones y seguros, la medida llega en un contexto de crisis económica y pobreza para gran parte de la población. Los críticos señalan que este aumento es un insulto para los ciudadanos que subsisten con salarios mínimos de Q3,209 mensuales, mientras los legisladores percibirán más de 14 veces esa cifra.
El impacto político local
La decisión de Ovalle, Díaz y Rodríguez pone en tela de juicio su compromiso con las necesidades reales de Quetzaltenango. Mientras comunidades rurales enfrentan deficiencias en infraestructura, salud y educación, sus representantes parecen priorizar beneficios personales sobre el bienestar colectivo.
Los otros cuatro diputados del distrito, que también votaron a favor del aumento, han mantenido un perfil bajo, pero la indignación ciudadana no distingue colores partidarios. La aprobación del Acuerdo 31-2024 podría convertirse en un punto de inflexión para el electorado quetzalteco, que podría exigir mayor rendición de cuentas en los próximos meses.
¿Qué esperar?
Los ciudadanos de Quetzaltenango tienen la última palabra. Si bien los votos en el Congreso son definitivos, la memoria colectiva y la acción cívica pueden transformar este episodio en un recordatorio de que el poder legislativo debe ser un reflejo de las necesidades y aspiraciones del pueblo, no un espacio para perpetuar privilegios.
Es hora de que los diputados de Quetzaltenango reconsideren a quiénes representan realmente: ¿a ellos mismos o a los más de 800 mil habitantes que esperaban algo mejor de sus líderes?
Miguel Ovalle: La paradoja de la “renovación”
Miguel Ovalle, electo diputado por el partido UNE, se presentó durante la campaña como un líder comprometido con la transformación de Quetzaltenango. Sin embargo, su voto a favor del aumento salarial de Q29,150 a Q46,700 mensuales ha desatado críticas que ponen en duda sus verdaderas prioridades. Ovalle justificó su decisión afirmando que los legisladores necesitan “remuneraciones acordes con su responsabilidad”, pero este argumento no convence a una población que enfrenta carencias en servicios básicos.
Para quienes lo eligieron confiando en su promesa de cambio, su respaldo al Acuerdo 31-2024 sugiere más un acomodo en la vieja política que una lucha por el bien común. El reto para Ovalle será recuperar la confianza de sus electores, quienes esperan menos discursos y más acciones en beneficio de las comunidades rurales de Quetzaltenango.
Gerardin Díaz: Entre el discurso y la realidad
El diputado Gerardin Díaz, representante de VALOR por Quetzaltenango, defendió su voto a favor del incremento salarial alegando que “la labor legislativa exige compromiso y sacrificio”. Sin embargo, para muchos de sus electores, este aumento es una bofetada en un contexto donde la mayoría de las familias lucha por sobrevivir con salarios mínimos.
Díaz construyó su campaña sobre la idea de ser un intermediario entre el pueblo y el poder, pero su apoyo al Acuerdo 31-2024 lo coloca en el lado de quienes parecen priorizar el bienestar propio. Si Díaz desea mantenerse relevante en la política local, deberá demostrar con hechos que entiende las necesidades de los quetzaltecos y que no está desconectado de la realidad que enfrentan día a día.
Byron Rodríguez: Silencio que incomoda
Byron Rodríguez, diputado por el partido TODOS, ha optado por no emitir declaraciones sobre su voto a favor del aumento salarial para los legisladores, aprobado como parte del presupuesto del Congreso para 2024. Este silencio no solo resulta incómodo, sino que refuerza la percepción de una desconexión entre Rodríguez y los ciudadanos que lo eligieron.
Durante su campaña, Rodríguez se presentó como un gestor pragmático y defensor de las necesidades urbanas de Quetzaltenango. Sin embargo, su respaldo al incremento salarial de más del 60% plantea interrogantes sobre sus prioridades reales. En un distrito que enfrenta graves problemas de infraestructura y servicios, su aparente indiferencia ante las críticas podría costarle caro en términos de confianza y apoyo político.
Cada uno de estos diputados enfrenta ahora un escrutinio público más intenso, y sus acciones futuras serán determinantes para el juicio de los ciudadanos de Quetzaltenango. La pregunta sigue siendo la misma: ¿a quién están realmente sirviendo?